Alfabetización digital y educación en la era del conocimiento
A lo largo de la historia, hemos sido testigos de fenómenos que han revolucionado el mundo de la cultura y del conocimiento.
La invención de la imprenta en el s. XV es uno de ellos, dado que la posibilidad de producir textos “en masa”, transformó el concepto del saber y del conocimiento de manera profunda.
El surgimiento de la imprenta y del texto escrito masificado antecede, entre otros procesos, a lo que a mediados y fines del s. XIX se convertiría en los sistemas masivos de educación obligatoria, y de este modo, a los procesos masivos de alfabetización de la lecto-escritura.
La alfabetización textual predominó entonces desde la era Gutenberg hasta nuestros días, en los que nuevos procesos de masificación y diversificación cultural se desarrollan de la mando de otra revolución; la revolución digital.
A diferencia de los procesos anteriores, que se dieron a lo largo de siglos, los procesos sociales y culturales en nuestra época son infinitamente más rápidos y sostengo, profundos.
Castells caracterizó a nuestra época como la “edad de la información”, y nuestra sociedad es denominada la sociedad del conocimiento. En esta sociedad, el conocimiento tiene un lugar clave dado que, no solamente transmite o vehiculiza valor, tal como se dio a lo largo de la historia humana, sino que, el conocimiento es en sí mismo valor y otorga valor a los procesos en los que es utilizado.
¿Cuál es la característica de este conocimiento? Buena parte de ellas podremos explicarlas por la posibilidad que le otorga el proceso de digitalización, que lo torna mutlidimensional, accesible y multifuncional.
Eshet Alkalay (Eshet-Alkalai, 2004)), uno de los investigadores destacados de los procesos de alfabetización digital, ha descripto cinco características principales de ella:
La primera, es la alfabetización visual, o dicho en otras palabras, la ruptura definitiva de la hegemonía del texto escrito frente al surgimiento de la imagen estática (fotos) y dinámica (videos). Desde nuestra perspectiva, agregaremos que, en buena medida, la irrupción de la imagen se debe también al constante desarrollo de una estructura tecnológica adecuada y al crecimiento constante del ancho de banda disponible. La cultura de la imagen, ya existente en la sociedad mucho tiempo antes de la revolución digital, cuenta no obstante en ésta con una diferencia sustantiva: el sujeto lector está expuesto de manera permanente a imágenes y videos, producto de pares, amigos, familiares, colegas y de él mismo. es decir, ya no solamente me rodean imágenes producidas por profesionales sino que, merced a la web 2.0, somos los co-productores de un mundo visual que a su vez producimos, comprendemos, desciframos, decodificamos y transmitimos.
La segunda característica es la alfabetización reproductiva, o dicho en otras palabras, la que denominamos “la cultura del corte y pegue”.
Todos nosotros, como educadores, hemos sido testigos del abuso de esta posibilidad del corte y pegue y su uso por estudiantes que simplemente buscan facilitar su tarea. No obstante, si analizamos la cuestión con mayor detenimiento, el “corte y pegue” puede ser una práctica creativa de primer orden y, si lo pensamos un poco más, en menor o mayor medida, todos nosotros somos partidarios de combinaciones creativas de saber propio y ajeno. En definitiva, este artículo pretende ser un exponente de tal proceso.
Sin dudas, la revolución digital ha favorecido este tipo de procesos y nos permite hoy acceder a cualquier tipo de textos, sean éstos textuales, visuales y aún auditivos, y realizar con ellos producciones creativas e innovadoras.
La tercera característica es la alfabetización de la información, o dicho de otra manera, lo que denominamos “la lectura crítica en Internet” (Burbules & Callister, 2000). La información es hoy accesible en forma masiva para cualquier sujeto en cualquier lugar. Esta característica de masividad y ubicuidad, sumada a las posibilidades de difusión que brinda la web 2.0, ha convertido a esta información de manera paradójica, en sumamente no confiable y, por lo menos, sujeta en primer lugar a una muy rigurosa mirada crítica. En internet podemos encontrar respuestas a cualquier problema, me decía hace un tiempo mi hijo de 18 años. En Internet, cualquier respuesta que encontremos, debe ser rigurosamente examinada.
La cuarta característica es la alfabetización divergente o hipertextual, o dicho de otra manera, la “hiperlectura digital”. La hiperlectura no es un “invento” de nuestros tiempos. Los libros sagrados judíos con sus exégetas, o la mera aparición del índice de contenidos en los libros de la “era Gutenberg”, son ejemplo de hiperlectura.
No obstante, la digitalidad torna a la lectura en hiperlectura, dejando prácticamente sin efecto la tradicional lectura lineal.
La hiperlectura digital no es necesariamente guiada. El autor digital, que está interesado en que – en tanto leemos – accedamos a diferentes fuentes hipertextuales, nunca podrá asegurarse de que esto ocurra o, por lo menos, que ocurra de la manera que éste lo previó. A diferencia del texto lineal tradicional cuya lectura es unívoca, el texto digital es una combinación de la propuesta del autor y de la libre elección del lector. El lector se convierte, de este modo, en una especie de co-autor de nuevas versiones de textos hipertextuales.
La quinta característica, y última de la serie, es la alfabetización emocional. La producción digital tiene diferentes ribetes, entre ellos, los mensajes instantáneos de texto, los correos electrónicos, el chateo y similares. La velocidad de conexión nos permite un vínculo inmediato con cualquier persona, esté donde esté. No obstante, la pantalla digital genera una sensación confusa de inmediatez y de distancia. De este modo, al no conocer o al no percibir los gestos y las sensaciones de nuestro interlocutor, podemos generar situaciones de incomodidad en forma in-intencional. La comunicación digital nos exige un modo de vinculación particularmente sensible y cuidado.
Frente a estas características que presenta la alfabetización digital, los desafíos de la educación y del educador son evidentes. ¿De qué manera estas características se toman en cuenta en su formación y cuáles son las prácticas requeridas para alfabetizarnos y alfabetizar a nuestros alumnos digitalmente?
Los interrogantes son amplios, y requerirán de nosotros un trabajo intenso para responderlos.
Artículo tomado de: http://www.e-learningsocial.com/article/773/alfabetizaci-n-digital-y-educaci-n-en-la-era-del-conocimiento